Crónica de un desastre anunciado, por Manuel Cruzat Infante / El Mercurio, A2. 19-oct-2024.
"...analicemos las reformas que se hicieron hace más de 40 años y veamos lo que enseñan respecto de lo que se requiere: ideas claras con rigor intelectual, fuerte liderazgo, coraje y, por cierto, una persona que dirija el proceso..."
Por Manuel Cruzat Infante
A raíz de los últimos escándalos de corrupción que involucran al Poder Judicial y a numerosos abogados, me parece oportuno recordar algunos antecedentes que ayudan a explicar este triste espectáculo.
Las reformas macroeconómicas de la primera etapa del Gobierno Militar llevaban aparejadas una modernización intelectual y analítica muy significativa, que elevó drásticamente el nivel de la discusión en muchos tópicos, dejando obsoletos argumentos de políticas públicas que no pasaban de ser vacíos eslóganes. Si bien esto se reflejó principalmente en temas económicos, el enfoque más metódico también se esparció a otras áreas.
Además, para la adecuada implementación de la política económica fue necesario dictar nuevas leyes, reglamentos y diseñar sistemas de control sobre los diversos sectores de la economía. Un ejemplo de esto fueron las reformas encabezadas por José Piñera E. en las áreas laboral, previsional y minera: intelectualmente rigurosas, profundas y enteramente consistentes con la política económica general.
Desgraciadamente, en algunos sectores clave, como salud y educación, esta adecuación se pudo hacer solo muy parcialmente, con negativas consecuencias que sufrimos hasta hoy.
En el proceso antes descrito ocurrió un evento trágicamente negativo: por razones políticas inmensurables y los siempre presentes intereses de grupos, hubo un sector clave que quedó fuera del proceso modernizador, y que fue todo el sector justicia, con sus instituciones, enseñanza del Derecho y prácticas legales.
Si bien se dictaron leyes, su aplicación quedó anclada a la lógica del pasado. Y aunque más recientemente hubo algunos avances, como la Reforma Procesal Penal, no mejoró el criterio analítico sobre el cual debiera sustentarse un mejor sistema de justicia.
Nuestra cultura legal está tan atrasada que en años recientes se ha opacado frente a importantes empresas nacionales. Las han sido castigadas con cuantiosas sanciones legales de países desarrollados y aquí prácticamente no han sido objeto de reproche. Y para qué hablar en temas de *compliance*. Esto también tiene una consecuencia al económico, afectando las tasas de inversión, como ha quedado demostrado en informes recientes.
Las soluciones que se aplican, incluyendo en el ámbito del derecho internacional, tampoco abordan las dimensiones de lo que se necesita: ideas con rigor intelectual que reflejen las dimensiones de lo que el país requiere.
Las deficiencias en el Poder Judicial, tribunales especiales, Ministerio Público, organismos regulatorios, etc., están a la vista y son las que están agravando la crisis que enfrentamos hoy en día.
¿Cómo se arregla todo esto? Analicemos las reformas que se hicieron hace más de 40 años y veamos lo que enseñan respecto de lo que se requiere: ideas con rigor intelectual, fuerte liderazgo, coraje y, por cierto, una persona que dirija el proceso.
Se dirá que con nuestro sistema político es imposible y que no hay alguien con esas cualidades. Bueno, hace décadas las hubo y es difícil encontrarlas, pero hay que hacer el esfuerzo de buscarlas. También argumentarán que las instituciones del régimen militar eran distintas. Eso es cierto en lo formal, pero no cabe duda que en cualquier régimen los intereses poderosos opuestos a las reformas se las arreglan para ejercer las presiones necesarias y aplastar lo que no les conviene en esa época.
La gravísima corrupción recientemente sacada a la luz pública, que no es más que una vieja historia, tiene mucho que ver con lo tratado en estas líneas, y su eventual erradicación debería ser parte de esta urgente modernización. Sin duda, un sistema legal obsoleto y corrompido como el que tenemos es uno de los factores más importantes para explicar nuestro pobre desempeño en el crecimiento económico.
Santiago, Chile, 19 de octubre de 2024.
El Mercurio.
Página A2.
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Chronicle of a Foretold Disaster
By Manuel Cruzat Infante
By Manuel Cruzat Infante
"...Let us analyze the reforms made over 40 years ago and see what they teach us about what is needed: clear ideas with intellectual rigor, strong leadership, courage, and, of course, someone to lead the process..."
In light of the recent corruption scandals involving the Judiciary and numerous lawyers, I find it appropriate to recall some antecedents that help explain this sad spectacle.
The macroeconomic reforms of the first phase of the Military Government were accompanied by a highly significant intellectual and analytical modernization, which drastically raised the level of discussion in many topics, leaving behind outdated public policy arguments that were nothing more than empty slogans. While this was mainly reflected in economic matters, the more methodical approach also spread to other areas.
Moreover, for the proper implementation of economic policy, it was necessary to enact new laws, regulations, and design control systems over the various sectors of the economy. An example of this were the reforms led by José Piñera E. in the areas of labor, pensions, and mining: intellectually rigorous, profound, and entirely consistent with the overall economic policy.
Unfortunately, in some key sectors, such as health and education, this adjustment could only be partially achieved, with negative consequences that we suffer to this day.
In the process previously described, a tragically negative event occurred: due to immeasurable political reasons and the ever-present interests of certain groups, there was one key sector that was left out of the modernization process—namely, the entire justice sector, with its institutions, legal education, and practices.
Although laws were passed, their application remained tied to outdated logic. And while there have been some recent advancements, such as the Criminal Procedure Reform, the analytical criteria on which a better justice system should be based did not improve.
Our legal culture is so outdated that, in recent years, it has been overshadowed by important national companies. They have been heavily penalized with large legal sanctions from developed countries, and here, they have practically faced no reproach. And don't even get me started on *compliance*. This also has economic repercussions, affecting investment rates, as recent reports have demonstrated.
The solutions being applied, including in the field of international law, fail to address the dimensions of what is needed: ideas with intellectual rigor that reflect the scope of what the country requires.
The deficiencies in the Judiciary, special tribunals, Public Ministry, regulatory bodies, etc., are plain to see and are exacerbating the crisis we face today.
How do we fix all this? Let’s look back at the reforms that were made more than 40 years ago and see what they teach us about what is needed: ideas with intellectual rigor, strong leadership, courage, and, of course, someone to lead the process.
Some will say that with our political system, it’s impossible and that there’s no one with those qualities. Well, decades ago there were, and it is difficult to find them today, but we must make the effort to seek them out. Others will argue that the institutions of the military regime were different. This is true in a formal sense, but there’s no doubt that in any regime, powerful interests opposed to reforms will find a way to exert the necessary pressure to crush what doesn’t suit them at the time.
The serious corruption recently brought to light, which is nothing more than an old story, has much to do with what is discussed in these lines, and its eventual eradication should be part of this urgent modernization. Without a doubt, an obsolete and corrupt legal system like the one we have is one of the key factors in explaining our poor performance in economic growth.
Santiago, Chile, Oct 19th, 2024.
El Mercurio.
Page A2.
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